La equidad
La
equidad (aequitas en latín, que quiere decir, igual) es la justicia, entendida
como dar a cada uno lo que le corresponde, (concepto general y abstracto)
aplicada a los casos concretos (Aristóteles). El gran jurista romano, Cicerón, consideró
a la equidad como fuente del derecho, permitiendo a éste superar los
inconvenientes de no adecuarse la norma al caso concreto, por haber
evolucionado las costumbres, adecuándolo en el logro del valor justicia, que no
puede privar a los individuos de sus derechos esenciales.
Integra
los principios generales del derecho, que sirven para la interpretación de las
normas jurídicas, que aún cuando no estén plasmados por escrito, iluminan la
aplicación de la ley.
Tiene su origen en el derecho natural, el que se inscribe en el corazón humano y
abarca a toda la humanidad, e incluso a todo el reino animal, y que permite al
Juez introducirlo como ingrediente valorativo, al decidir las causas
judiciales.
Su
función es, por lo tanto, complementar a la ley general, sin dejar de reconocer
a esta última su prioridad, pues de lo contrario se atentaría contra la
seguridad jurídica, dejando al arbitrio del juez la valoración de la equidad o
no de la aplicación normativa al caso concreto. Así el Juez al ser aplicada la
ley general a los casos particulares, toma en cuenta las circunstancias
especiales de cada caso, que por lógica, no pudieron ser tenidas en cuenta por
el legislador, por la multiplicidad de situaciones que pueden presentarse.
Las
obligaciones naturales, que son aquellas que no dan acción para exigir su
cumplimiento pero poseen ciertos efectos, como la de retener lo abonado en
virtud de ellas, se fundan en el derecho natural y la equidad (por ejemplo
quien abona una deuda prescripta por el transcurso del tiempo, no puede luego
pedir que le devuelvan lo que pagó, pues la obligación seguía existiendo, pero
fundada en equidad).
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